EL UNIVERSO ES EL CORAZÓN DE UN BISONTE

¿Qué es la realidad? Si alguna vez te has hecho esta pregunta, te animo a que leas este artículo. Lo que vas a encontrar en él no es simple palabrería. Te aseguro que vas a sorprenderte. El universo es… ¿el corazón de un bisonte?

En la Antigüedad, las diferentes maneras de intentar comprender el mundo que nos rodea no estaban divididas en compartimentos estancos. Los estudiosos no eran filósofos, científicos o poetas, sino que aquello que hoy consideramos diversas ramas del conocimiento formaban un todo inseparable; o, al menos, no tan divergente como ocurre fundamentalmente en la actualidad. De ahí que, por ejemplo, para definir a día de hoy los saberes que ejercía Aristóteles nos veamos obligados a decir que era metafísico, cosmólogo, zoólogo, matemático, filósofo, astrónomo, científico, ético y algunas otras cuantas cosas más, cuando para él dichos ámbitos formaban, probablemente, un conocimiento inseparable, indivisible.

Con esta introducción del párrafo anterior, lo que quiero decir es que, en esencia, no hay una forma “correcta” de comprender el universo y la realidad. La física y las matemáticas (las llamadas ciencias duras por su exactitud numérica) no son más exactas de lo que podrían serlo la filosofía o determinados aspectos de la espiritualidad o incluso el chamanismo, pues cada rama es solamente una perspectiva diferente de acercarse a la verdad. (Esta idea entronca directamente con ideas similares que he propuesto a lo largo de otros textos de esta página.)

Es obvio que el mundo que vemos no es el mundo real: el hecho de que mis perros no vean en colores no significa que otros seres no puedan hacerlo (el hecho de que yo no vea “un fantasma” no significa que no pueda “existir”). No obstante, tampoco debemos olvidar que los colores no son algo exterior a nosotros: la percepción de un color es una combinación de nuestra biología, la luz del Sol y la superficie en donde se refleja dicho color. Esto es: los colores no “existen” como tal; los colores existen para mí porque yo existo (piensa en el arcoíris). Esta deducción es en realidad el primer peldaño de una lista inabarcable, y podría ser extendida ad infinitum hasta incluir al universo en su totalidad… pero esto ya es otro tema…

Retomando lo expuesto anteriormente: aunque digamos que el mundo no es sólo lo que vemos con nuestros ojos… ¿existe de verdad algo más allá de la percepción? Pues, honestamente, no lo sé. Lo que sí sé es que en la primera mitad del siglo XVIII el idealismo subjetivo de Berkeley proponía que la esencia de la realidad es ser percibida (esse est percipi)… pero tampoco vamos a entrar en este terreno…

Donde sí quiero entrar de lleno es en la profundidad insondable de una oscura cueva prehistórica. Quizá allí podamos encontrar la respuesta (¿definitiva?) a esa pregunta del comienzo de este artículo: ¿qué es la realidad?


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