SONETO: «VISITA AL AQUARIUM»

Quelonios, minotauros, dracontópodos, ictiocentauros, arpías, íncubos, súcubos, basiliscos, hipnales… La vasta mitología del ser humano está repleta de criaturas inimaginables. Cerca de donde resido hay un pequeño pueblo en el que existe una leyenda harto particular con la cual he fantaseado: en ese lugar junto a la costa, hace varias centurias, unos marineros capturaron accidentalmente una criatura de las profundidades marinas. ¿Qué ocurriría si hoy en día unos pescadores atrapasen una sirena? En este soneto te doy mi punto de vista.

VISITA AL AQUARIUM

Al otro lado del pulcro cristal,
aguas de la profundidad marina
resguardan, cual fortuna diamantina,
una criatura de estirpe ancestral.

Huyendo de la mirada humanal,
la sirena se oculta, sibilina
(en lo más oscuro de la piscina),
de esos flashes que, con luz demonial,

alumbran aquel mundo de artificio.
Entre rocas, los peces del acuario
son tan solo un producto alimenticio

para ese ser flébil y solitario.
Teléfonos pretenden hoy, con vicio,
la imagen que antaño fue de un bestiario.

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